Liderazgo e inteligencia emocional
He pasado unos días en Los Ángeles donde he tenido la oportunidad de entrar en contacto con las neurociencias y la inteligencia artificial y conocer los últimos avances de la llamada “robótica humanoide” en su interés por ‘crear máquinas inteligentes que aprendan y sientan por sí mismas, como réplica artificial del ser humano’.
Aunque la inteligencia artificial dista mucho de acercarse a la inteligencia humana, cada vez son más los científicos que piensan que la inteligencia artificial está muy cerca de superar a la humana.
De hecho, en el futuro se prevé que podamos establecer relaciones con los robots y que aprender a relacionarnos con ellos y viceversa será una necesidad.
¿Y dónde está el beneficio? He cuestionado.
– Parece ser que en liberarse de la influencia de las emociones – me han respondido.
“Las emociones son una parte innecesaria de la inteligencia humana”, así lo asumen los pioneros de la robótica, convencidos de que los seres humanos podremos ser sustituidos por máquinas.
-¿Y qué nos librará de ello? – Me he preguntado a mí misma…
Y la respuesta surge en mi mente de manera clara: Nos librará de ello el Autoconocimiento y el Neuroliderazgo.
Visto lo visto, está claro que la inteligencia emocional, definida como la capacidad para supervisar emociones y sentimientos tanto propios como los demás, discriminar entre ellos y usar dicha información para dirigir nuestras acciones (Salovey y Mayer) nos salvará de la extinción humana.
De la inteligencia emocional depende el manejo de nuestro comportamiento, la manera de hacer frente a las complejidades sociales y la forma de tomar decisiones para alcanzar resultados positivos (Bradberry).
La inteligencia emocional no está ni debe estar nunca en desuso ni declive, y debe considerarse una de las competencias más importantes dentro del mundo de las organizaciones.
Las emociones son nuestro conductor cerebral, influyen en la química y la electricidad de nuestro cerebro y desde ahí dirigen nuestro comportamiento y forma de responder a la vida.
Desde esta perspectiva, el autoconocimiento nos permite tomar conciencia de nuestra realidad y ser capaces de identificar y gestionar a través de la autoevaluación, nuestros pensamientos, sentimientos y acciones para influir de forma positiva en nuestro rendimiento y propio beneficio.
Por otro lado, el Neuroliderazgo nos acerca a la comprensión de nuestro cerebro para aplicar y hacer uso de nuestras capacidades innatas y conseguir estar a la altura de nuestra potencialidad real sin que sea necesario ser sustituido por máquinas.