Más allá de la máquina, estás tu
Si el cerebro fuera lo suficientemente simple como para que pudiéramos entenderlo, nosotros mismos seriamos tan simples que no podríamos hacerlo. Lyall Wattson.
Hace unos días mantenía una conversación con unos amigos acerca de la conciencia y los misterios de la mente. Considerábamos la idea de si “todo”, absolutamente, todo era producto del cerebro. Las emociones, como la alegría, la rabia, el asco, la tristeza, la sorpresa; en el cerebro. El amor, el odio, la felicidad, el miedo; en el cerebro. La razón, la lógica, la inteligencia; en el cerebro. La creatividad, la consciencia, la espiritualidad; en el cerebro. Entre todos, barajábamos un argumento común, al considerar que la mente y los procesos mentales, como el pensamiento, la percepción, la memoria, la atención, la conciencia e incluso la “consciencia” no son otra cosa que actividad eléctrica y química.
«-Más allá de este cableado cerebral, no hay nada-»
De esta forma, se daba por zanjada la cuestión sobre si podría existir algo más allá de la máquina, algo más allá del cerebro. Asumiendo que, de haberlo, también seguiría siendo producto de la misma máquina. Y negando la existencia de la psique como algo distinto del cerebro.
Lo que nos llevaba a la conclusión de que la naturaleza del ser humano se podía reducir a un mecanismo físico-químico y biológico, sin más. Somos lo que somos gracias/a causa del cerebro.
«-¿Y entonces?- pregunto yo interesada – ¿Qué tenemos que decir acerca del alma?-»
-«Otra invención del cerebro- responden ellos convencidos- Somos máquina.»
Y así, nos encontramos en un mundo dividido entre los que admiten que sólo somos una máquina, supeditada a las limitaciones que supone vivir encadenado a la mecánica (yo no decido, deciden por mí). Y los que defienden que hay algo más allá de la máquina, entre los que me incluyo (yo decido y nada decide por mi).
¿Significa, entonces, que no creo que seamos una máquina? – Por supuesto, que somos una máquina y, algo más, también. –
– ¿Estoy de acuerdo en que todo, absolutamente todo, está en el cerebro?- Desde luego que todo está en el cerebro… y fuera de él, también.-
» – ¿Y, entonces?- Puntualizan- ¿Qué puede haber más allá de la máquina?-
-Más allá de la máquina, estás tú….
Silencio…
Aunque, en realidad, yo sigo planteándome, seriamente, qué importancia tendrá saber si somos una máquina o saber si somos, algo más que una máquina.
Es innegable que para todos llegará el momento de abandonar el mundo de las verdades relativas y de adentrarnos en la realidad última de las cosas. Mientras tanto, mientras no lleguemos a ese instante de encuentro con la verdad absoluta (para unos el fin de la máquina, para otros, la continuidad del ser) nos corresponde profundizar y conocer nuestro cerebro y, en este aspecto, el neuroliderazgo se convierte en algo fundamental.
Al fin y al cabo, el uso que hagas de la máquina es lo que marcará la diferencia entre vivir como máquina, esclavo de la mecánica, o trascender la máquina y vivir desde la libertad de ser.